Las peleas entre hermanos durante la infancia y la adolescencia son parte del desarrollo humano. Suelen ser peleas triviales y frustran a los padres. En algunos casos extremos pueden ocurrir agresiones físicas y verbales y los padres sienten que han fallado en la educación que les han dando a sus hijos. Primero, surgen peleas por la búsqueda de espacio. Con la llegada de un hermano, por ejemplo, el hijo mayor cree que el hermano menor llegó a robarle la atención que antes era suya. A medida que pasa el tiempo, los niños comienzan a decirles a sus padres qué creen que la otra persona le han hecho mal, se pelean por diferencias de opinión o cualquier motivo sin gran relevancia.

El papel de los padres es ayudar a sus hijos a encontrar sus espacios y caminos; mostrar que debe haber una relación de amistad y respeto entre los hermanos. Los padres nunca deben tomar partido entre sus hijos, aunque la neutralidad es difícil. La imparcialidad de los padres evita peleas, competencias y celos entre hermanos. Los padres deben crear un ambiente favorable para que sus hijos no piensen que sus padres están en contra de ellos, pero dejarles claro que están observando las diferencias entre sus hijos y los respetan. Los padres deben comprender las diferencias de comportamiento y personalidad de los demás de ellas y junto con sus hijos buscar formas de respetar y reconciliar las relaciones.

 

El diálogo en el hogar es el principal instrumento para enseñar a los niños a exponer lo que les molesta de forma clara y veraz. También ayuda a los niños a comprender que los desacuerdos deben resolverse entre los involucrados. Los padres deben sentarse con sus hijos, explicarles que el comportamiento de pelea debe transformarse en una búsqueda de soluciones entre los desacuerdos. Estimular el diálogo, expresar diferentes puntos de vista e ideas, es una forma de animarlos a resolver sus conflictos por sí mismos. Enseñar a los niños a negociar soluciones también es un paso importante hacia el crecimiento, enseñándoles a comprometerse con la tolerancia. Los padres nunca deben asumir el cargo de jueces, sino de mediadores.

 

 

Hay muchas lecciones aprendidas en las relaciones fraternales. La diversidad de hermanos permite el crecimiento de las relaciones interpersonales y transforma la agresión en situaciones lúdicas. A través de las peleas entre hermanos, los niños comienzan a comprender que la diversidad es saludable, que pueden aprender a lidiar con las victorias y las pérdidas y a promover alianzas. Estos aprendizajes sin duda conducirán a su futura familia, profesional y amistades. Por estos motivos, la tarea de orientar a los niños es importante y solo interviene cuando hay violencia. Los ejemplos y enseñanzas que los padres den a sus hijos serán la base y estructura de su comportamiento en el futuro.